lunes, 24 de julio de 2017

El conocimiento en la sociedad


Solo una persona muy pobre intelectualmente puede pensar que está en una verdad absoluta, al igual que considerar que está exenta de prejuicios (ambas cosas, seguramente, muy relacionadas). Los seres humanos, de forma obvia, y el mayor de los sabios seguro que es consciente de ello (o, quizá, no lo es tanto), somos imperfectos y gran parte de las cosas que asumimos como ciertas en realidad no lo son. La cognición social alude a cómo entendemos el mundo social; nuestras decisiones importantes tienen que ver con el modo como construimos y comprendemos el mundo social en el que vivimos. No solo eso, sino que es frecuente que las personas se muestren pertinaces en la defensa de las cosas que consideran ciertas y que sea muy difícil convencerles de lo contrario. Se menciona también que es incluso racional esta faceta de la cognición humana, cada persona trata de estar en lo cierto y de sostener opiniones y creencias correctas. Puede decirse que una idea extensa de la racionalidad humana es la que nos hace actuar como una especie de científicos ingenuos. El pensamiento racional necesita, al menos, dos requisitos: que el individuo pensante tenga acceso a una información precisa y útil, y que cuente con recursos ilimitados para procesar los datos vitales; en nuestra vida cotidiana, prácticamente nunca se darán las condiciones requeridas.

Debido a que poseemos una capacidad evidentemente limitada para procesar información, trataremos de ahorrar energía cognitiva simplificando los problemas complejos mediante alguna estrategia. Dentro de la cual estaría, bien ignorar determinada información, magnificar alguna otra de tal manera que no sea necesario buscar más, o bien aceptar alguna información que no se presente demasiado mal (sin ser la perfecta). Es lo que se llama la estrategia del avaro cognitivo, la cual puede ser eficiente para procesar datos dentro de un mundo ilimitado de información, pero también puede conducir a graves errores y a tener una idea sesgada del mundo. No resultan atractivas las ideas de que la mente humana es limitada y de que no existe conexión alguna con lo absoluto; es importante asumir esto, pensar que los atajos adoptados sin tener en cuenta estos factores conducen a sesgos y prejuicios. Se dice, en consecuencia, que es necesario reconocer nuestras limitaciones cognitivas o seremos esclavizados por ellas. Tal y como yo lo veo, es una baza más en contra del odioso absolutismo, se tiende a creer que nuestra perspectiva personal es la única posible y constituye la "verdad". Es terreno abonado para los peores actos de crueldad, de odio hacia los que no piensen como nosotros, y la historia así lo ha demostrado (digan lo que digan las iglesias y los Estados).

Dentro de un contexto social, se adopta un proceso en el que habría que asumir en el pensamiento que todo juicio es relativo; lo que pensemos de una persona o de un hecho está condicionado por el contexto en que se encuentre:
  • Punto de referencia y efectos de contraste: algo puede parecer mejor o peor dependiendo de con qué se lo compare, según el "efecto contraste" si se hace con algo que no es tan bueno, parecerá mejor que en circunstancias normales; en otras palabras, en función del contexto puede lograrse que parezca que los objetos y las alternativas sean mejores o peores; ello puede influir sobre nuestras percepciones y juicios, lo que podría llevar a que tomemos decisiones que resultan impensables en otras circunstancias.
  • La predisposición y la accesibilidad del constructor: el modo en que interpretemos los hechos sociales suele depender del pensamiento que tengamos en ese momento, y también de las creencias y categorías que solemos emplear para comprender las cosas; nuestra interpretación de algo puede basarse en aquello destacado en la situación, y se puede inducir a través de la predisposición, procedimiento basado en la noción de que existe una mayor probabilidad de que tengamos ideas a las que nos hemos enfrentado recientemente o que surgen habitualmente para interpretar los hechos sociales.
  • La contextualización de la decisión: cuando el problema o la resolución a tomar supone unas pérdidas o ganancias potenciales.
  • La presentación de la información: el modo en que se organiza y distribuye la información, como la cantidad de la misma o lo que se presenta en primer lugar, supone otro factor influyente en la interpretación de nuestra realidad social.
  • El efecto de primacía y la formación de impresiones: según los cuales nuestra primera impresión resulta determinante; en pedagogía, se suele valorar más un mejor comienzo de alumno, cuando la verdadera habilidad puede estar en la capacidad de mejora; el efecto de primacía se basa en la atención decreciente (las últimas cuestiones, debido al cansancio y a la divagación de la mente, tienen un menor impacto en el juicio), tiene gran importancia en el juicio social y es importante ser consciente de que poseemos escaso control, tanto del orden en que recibimos la información, como de las observaciones cotidianas a las que somos expuestos.
  • La cantidad de información: no siempre una gran cantidad de información es positiva, el llamado efecto de debilitamiento consiste en que la información neutra e irrelevante puede tener un mayor peso y debilitar nuestro juicio o percepción.
Una solución al problema, escasamente rigurosa, la constituye la llamada "heurística del juicio", según la cual, sin pensar demasiado, solo es necesario elegir una regla o estrategia, habitualmente solo aproximada, y una aplicación sencilla. Los juicios basados en la heurística pueden ser de diversos tipos: basados en la similitud de los objetos y de las situaciones, en el valor material de algo (lo caro se identifica con su valor), en la facilidad con que actúe nuestra memoria para establecer un ejemplo concreto (sin que ello sea fiable), en la actitud emocional y evaluativa para valorar y resolver un problema (donde entran en juego los prejuicios, la sobredimensión de lo que consideramos bueno o malo o la tendencia a exagerar el número de personas que está de acuerdo con nosotros). Hay que aclarar que no todas las decisiones que tomamos se basan en la heurística, la cual se usa más cuando no existe tiempo para la reflexión, cuando nos encontramos saturados de información y resulta imposible procesarla o, todo lo contrario, cuando no se da un conocimiento sólido para utilizarlo en beneficio de nuestro decisión. Una reflexión más sistemática puede servir de contrapeso a la heurística, examinando el problema desde distintos puntos de vista, juntando y valorando toda la información relevante que nos sea posible y analizando con calma las implicaciones de las distintas soluciones.

A mi modo de ver las cosas, y por muy difícil que nos resulte en nuestra vida cotidiana, ser consciente de todo esto puede ayudarnos a combatir el dogmatismo y a un pensamiento emancipador. Al fin y al cabo el objetivo es vivir plenamente, no meramente hacerlo como un autómata (tendencia de la sociedad contemporánea, junto a su terrible infantilización), y expandir el campo de nuestra percepción creo que es uno de los pasos previos.

Capi Vidal

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